martes, 10 de abril de 2018

Draken

Hace aproximadamente diez años conocí al joven Draken. Desde que nació el My Space, me volví fanática de esa red social. Inmediatamente, me puse a buscar perfiles de hombres guapos. Draken fue el primero que se apareció en mi monitor. Después de varias conversaciones y una solicitud de amistad en línea, nos volvimos amigos. Platicamos por mucho tiempo hasta que nos prometimos conocernos en persona. Así fue.

En el año 2008 me tragué todas mis inseguridades y acordé una cita con él. A pesar de que nos conocíamos en fotografía, las imágenes suelen engañar ya que sólo mostramos las partes bonitas de nuestro cuerpo. Sin embargo, decidí que era momento de agarrar valor y conocer al joven apuesto. Aterrada, le hablé a una amiga para que me acompañara. Ella aceptó y juntas nos subimos al metro para el encuentro.

En persona, era igual de guapo que sus fotografías. Vestido de negro, con los brazos destapados y llenos de tatuajes, me cautivó. En ese momento, mi enamoramiento aumentó y por primera vez me sentía correspondida. Sin embargo, todo fue una confusión. Esa noche, él terminó con mi amiga y yo con el suyo. Vaya vueltas que da la vida. A pesar de ello, continuamos nuestra relación de amistad. Me invitaba a todos sus conciertos y yo feliz era la fotógrafa de la banda. Recorrimos varios recintos y lugares. Salíamos de los toquines y nos íbamos a fiestear a casa de algún miembro de la banda. Era tanta nuestra amistad, que un día me invitó a casa de uno de sus mejores amigos a beber.

Cómo olvidar aquella reunión por metro Revolución. Fuimos al Superama a comprar alcohol. Yo invité a mi amigo "El Negro" y pues bueno, se armó la fiesta loca. Compramos cervezas, vodka y una botella de Jägermeister. Entre los cuatro, nos bebimos todo el arsenal. El Negro, al otro día, tenía un evento súper importante y se fue en vivo. Pensamos que no llegaría. Al amanecer, Draken y yo nos fuimos al Chopo pues había evento. En ese lugar, me desmayé. La cruda, la falta de alimento y el  rayo del sol a mediodía me afectaron. Afortunadamente, sólo fue el susto.

Continué yendo a los toquines hasta que conocí a C. Tan buena persona, me acompañó a los primeros "conciertos". Sin embargo, creo que no le gustaba. Era obvio. El momento en el que dejé de salir con la banda fue cuando me fui a casa de Draken y nos besamos. En ese instante supe que mi corazón era de C, mi novio. No nos volvimos a ver hasta después de dos años. Fuimos a las cervezas de Insurgentes. Nos íbamos a volver a besar,  lo evité por respeto a mi novio (que por cierto, estaba en la parte de abajo del bar). Nos separamos. A pesar de ello, seguimos hablando.

Pasaron varios años, mi relación no funcionó. Me rompieron el corazón y nuestra amistad era una constante. Salimos en varias ocasiones a tomar cervezas.  En una de esas salidas, se nos pasaron las copas, nos fuimos a su casa y sucedió lo inevitable. A la mañana siguiente hui de su casa ya que tenía que estar en la ENAH. Era el examen de admisión de R.  Siempre voy a recordar las palabras que me dirigió aquella noche. Desde ese momento, supimos que nuestro destino sería ser simplemente amigos.

Al año siguiente se fue a vivir a Querétaro. Comenzó una nueva vida. Conoció a una mujer. Vivieron felices juntos. Se separaron. La última vez que platiqué con él, se leía normal. Me contó sobre su ruptura, pero no le dimos tanta importancia. Le prometí irlo a visitar y hacer el tour de vinos. Me ofreció su casa y me extendió una cordial invitación.

Hoy me enteré que en noviembre 2017 partió al Valhalla. No me perdono haber sido tan mala amiga; no sólo por no haberlo apoyado cuando necesitaba mi ayuda, sino que me vengo enterando hasta ahorita. Qué tan pinche egoísta puedo ser. Tengo tantos reclamos, tanto para él, como para mí.

Tengo tanta necesidad de gritarle y exigirle una explicación. Quisiera abrazarlo y decirle que todo estará bien. Pero no, ya no hay vuelta atrás. Ya nunca le podré decir que fue del primer hombre del que me enamoré; ni que gracias a él superé la mayoría de mis inseguridades (que me atormentaron hasta los 22 años).  Me encantaría decirle que es un hombre maravilloso y que la vida no es tan mala. Ya no hay más oportunidades. No hay manera. Tal vez hasta que nos encontremos en el Valhalla.

Hoy, nada más me queda su recuerdo, sus fotografías y los buenos momentos que vivimos juntos.  Me duele su partida, no logro entender su decisión, pero la respeto. Al final del día, él siempre vivió bajo sus propias reglas. Hasta en eso, se fue a su manera. Lo extraño, siento mi corazón apachurrado, pero al final del día,  seremos luces en el infinito.